
NUESTRA SOMBRA
Cualquier terapia es un reflejo de la vida, por eso no es extraño que en TVP resulte tan fácil encontrarnos en el rol de víctimas: víctimas del destino, víctimas de los otros, víctimas de nosotros mismos.
Es más difícil reconocernos en el papel del malo, del victimario, aceptar que también nosotros tenemos defectos y somos capaces de causar daño, con o sin intención.
Y sin embargo, sólo a través de este reconocimiento somos capaces de avanzar hacia la integración. Porque el ser humano es polar: estamos hechos de luz y de sombra, de dulce y de amargo, de bien y de mal. El camino de evolución que transitamos a lo largo de muchas vidas requiere necesariamente esta integración.
No es casual, entonces, que ciertos defectos y falencias de los otros nos resulten especialmente intolerables. Aquello que tanto criticamos en el otro, aquello que no podemos pasar por alto y que parece ser diametralmente opuesto a nuestros valores, también tiene que ver con nosotros.
Jung definió el arquetipo de la Sombra como el lado oscuro de la personalidad, donde escondemos los defectos y tendencias que rechazamos o negamos. Estos aspectos no siempre son negativos, muchas veces simplemente no nos atrevemos a asumirlos en nosotros, y terminamos proyectándolos en los demás. Es lógico que esto ocurra, porque nada puede permanecer oculto indefinidamente.
Como ustedes ya deben saber, en la TVP o Terapia del Alma, el escenario se amplía: tenemos a nuestra disposición la trayectoria del alma a través de muchas vidas, lo que nos permite observar y comprender mucho más amplia y profundamente el tránsito entre ambos polos y a la larga la integración.
Reconocer nuestra sombra y aceptarla nos hace más completos, maduros y tolerantes, nos acerca a nuestra verdadera esencia. VZ.
Cualquier terapia es un reflejo de la vida, por eso no es extraño que en TVP resulte tan fácil encontrarnos en el rol de víctimas: víctimas del destino, víctimas de los otros, víctimas de nosotros mismos.
Es más difícil reconocernos en el papel del malo, del victimario, aceptar que también nosotros tenemos defectos y somos capaces de causar daño, con o sin intención.
Y sin embargo, sólo a través de este reconocimiento somos capaces de avanzar hacia la integración. Porque el ser humano es polar: estamos hechos de luz y de sombra, de dulce y de amargo, de bien y de mal. El camino de evolución que transitamos a lo largo de muchas vidas requiere necesariamente esta integración.
No es casual, entonces, que ciertos defectos y falencias de los otros nos resulten especialmente intolerables. Aquello que tanto criticamos en el otro, aquello que no podemos pasar por alto y que parece ser diametralmente opuesto a nuestros valores, también tiene que ver con nosotros.
Jung definió el arquetipo de la Sombra como el lado oscuro de la personalidad, donde escondemos los defectos y tendencias que rechazamos o negamos. Estos aspectos no siempre son negativos, muchas veces simplemente no nos atrevemos a asumirlos en nosotros, y terminamos proyectándolos en los demás. Es lógico que esto ocurra, porque nada puede permanecer oculto indefinidamente.
Como ustedes ya deben saber, en la TVP o Terapia del Alma, el escenario se amplía: tenemos a nuestra disposición la trayectoria del alma a través de muchas vidas, lo que nos permite observar y comprender mucho más amplia y profundamente el tránsito entre ambos polos y a la larga la integración.
Reconocer nuestra sombra y aceptarla nos hace más completos, maduros y tolerantes, nos acerca a nuestra verdadera esencia. VZ.